martes, 5 de agosto de 2014

Ingredientes específicos: cuáles y dónde comprarlos

En nuestras recetas de helados procuramos siempre utilizar ingredientes al alcance de todo el mundo, pero hay que reconocer que algunos de ellos no son de los que solemos tener habitualmente en nuestra cocina. Para mayor claridad, veamos cuáles son y dónde podemos encontrarlos:

Leche en polvo desnatada
Probablemente es el más “normal” de los ingredientes “raros” en nuestras recetas de helados. Es un producto fácilmente localizable en cualquier supermercado. Eso sí, es importante que sea leche en polvo desnatada, nunca leche en polvo entera. Por una parte, porque las recetas las formulamos para este tipo de leche, pero es que además nos durará mucho más tiempo almacenada, pues las grasas de la leche en polvo entera pueden tender a ponerse rancias con el tiempo.

Lecitina de soja
Es nuestro emulgente básico, el que utilizamos siempre en nuestros helados, y nunca puede faltarnos. En realidad, podríamos utilizar otros emulgentes, y de hecho los hay más efectivos… pero no es tan fácil conseguirlos. Nos decidimos por la lecitina de soja precisamente porque hoy en día está por todas partes, tras haberse puesto de moda hace años como producto “sano y natural”, como “complemento dietético” y “anticolesterol”. En fin, podéis creeros todo esto o no, pero lo que no hay duda es que es un buen emulgente para las grasas, que nos permitirá obtener unas texturas óptimas en nuestros helados. Y se encuentra sin problemas, en diferentes marcas, en las estanterías de productos dietéticos de los supermercados, o en cualquier herbolario.
Existe tanto en polvo como granulada, y a nosotros nos vale cualquiera. Yo uso la granulada simplemente porque es la más extendida y fue la primera que encontré (aún me dura el primer bote). Dado que las cantidades a usar son mínimas (unos 5 gramos, o una cucharadita colmada, para cada helado), un envase pequeño os durará años.

Estabilizantes
No son imprescindibles, salvo en el caso de los sorbetes (helados de base agua, sin leche ni grasas), pero en ocasiones, según el tipo de helado, nos puede venir bien añadir una pequeñísima cantidad (2 gramos, media cucharadita) en nuestros helados, por lo que no viene mal tenerlos.
Podemos usar diferentes productos como estabilizantes para nuestros helados (ya di información sobre ello aquí), sirviendo cualquiera de ellos, el que os sea más fácil de conseguir.
Sobre dónde encontrarlos… hasta hace poco era muy, muy complicado, y en muchos casos casi sólo era posible hacerlo por internet, y a veces en formatos demasiado grandes (a nosotros un botecito de 100 gramos nos durará años) y caros. Pero hoy en día la cosa ha cambiado bastante: no sólo pueden comprarse por internet botecitos pequeños a precios razonables, sino que también algunos de ellos están empezando a verse en las estanterías de los supermercados o en los herbolarios.
Por ejemplo, el agar-agar ya lo he visto en varios supermercados, en las zonas de productos para repostería, aunque su precio es algo elevado para lo poco que te venden (sobrecitos). También en esa misma zona es fácil que encontréis gelatina en polvo, que aunque es el menos recomendable de los estabilizantes que os sugerí en su día, también es válido.
Yo uso goma guar no porque sea el mejor, sino porque fue el que pude encontrar en su momento, y no me va mal. Ahora parece que se está poniendo de moda como producto dietético (dicen que adelgaza…) y al parecer ya se puede conseguir en muchos herbolarios.
Uno de los más recomendables, según he leído, es la harina de algarroba (o de garrofín, se la conoce con ambos nombres), que quizás también podáis encontrar en alguna herboristería. Y, por supuesto, por internet.

En realidad, los profesionales utilizan distintos estabilizantes para distintos tipos de helados, o bien mezclas hechas de varios de ellos, pues cada uno aporta diferentes propiedades. Pero ya digo que, para nuestros helados caseros, estos productos ni siquiera son imprescindibles, así que no debemos complicarnos la vida. Si podemos tener alguno de ellos, el que sea, mejor, la textura de nuestro helado lo agradecerá; y si no, pues tampoco pasa nada (salvo que queramos hacer sorbetes, porque para eso sí que son imprescindibles).

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